Esta mañana conversaba con una compañera de trabajo sobre cómo implementar
procesos de control estratégico de manera eficiente. No es sencillo, dado que
tiene que ver con grandes cambios en las organizaciones de hoy, le comenté que
uno de los errores más comunes que he visto es considerar (inconscientemente)
que un plan estratégico es un fin.
Salimos a una de nuestras vacaciones familiares al interior del Perú, esta
vez nuestro destino era la ciudad de Chiclayo (a 770 Kms al norte de Lima),
nuestro objetivo era escapar de Lima para estar mi esposa, nuestros tres hijos
y yo, juntos. Simplemente queríamos estar juntos para compartir nuestro tiempo
entre nosotros mismos de manera relajada.
Habíamos alquilado una camioneta y el plan para uno de esos días era tener
un día de playas; para lo cual habíamos acordado levantarnos temprano, alistar
nuestras cosas, alistarnos y tomar desayuno temprano para que a las 07:30 horas
saliéramos rumbo a Puerto Chicama (a 156 Kms al sur de Chiclayo), estar un par
de horas, para luego ir a Pacasmayo (a 67 Kms al norte de Puerto Chicama),
estar un par de horas más y almorzar para luego ir a Puerto Eten (a 64 Kms al
norte de Pacasmayo) y terminar viendo el sunset en Pimentel (a 15 Kms de
Chiclayo)… El Plan era excelente, perfecto; las distancias, los tiempos
calculados y estar en estas cuatro hermosas playas durante todo el día nos iba
a dar una experiencia única.
Si bien nos despertamos temprano, alistar nuestras cosas nos tomó más
tiempo de lo previsto, pues mientras conversábamos y entre broma y broma no estábamos
atentos a la hora. Luego bajamos a desayunar, agradecer el Señor por nuestros
alimentos, tomar los alimentos con calma y conversar, terminamos saliendo del
hotel poco después de las 10 de la mañana, sin mayor prisa.
Yo no sabía que a esa hora en la ruta había muchos camiones que circulan entre
Chiclayo y Trujillo y viceversa, lo cual hace que el tránsito vehicular sea un
poco más lento, no soy de adelantar vehículos a la loca, menos si estoy con mi
familia. En el camino disfrutábamos de cada paisaje de cada lugar y nos
detuvimos a comer unos helados; como a las 12:30 horas estábamos por Pacasmayo,
llegar a Puerto Chicama nos tomaría una hora más, así que decidimos ya no ir a
Puerto Chicama y quedarnos en Pacasmayo. Con los chicos hicimos un pozo muy grande
en la arena, con mi hija mayor nos metimos al mar y no queríamos salir, nos
fuimos a pasear al muelle y vimos como salían los pescadores a la mar, quienes
llegarían, Dios mediante, con pescado fresco para el día siguiente, aprendimos
cosas nuevas y estábamos juntos y relajados. Como a las 16:00 horas decidimos
almorzar y como a las 17:30 horas estábamos saliendo rumbo a Puerto Eten.
Estábamos por llegar a Puerto Eten, cuando vimos que el sol ya se estaba
poniendo, así que la emoción dentro de la camioneta fue mayor para que por lo
menos lleguemos a ver el sunset; así fue y nos tomamos unas fotos, abrigándonos
un poco pues el viento era fuerte. Nos reímos, conversamos, vimos muchas
malaguas, conversamos con un vendedor de galletas y rosquitas y se hizo de
noche, pasamos por la plaza de armas y admiramos las casas, seguramente
construidas a principios del siglo pasado.
Dada la hora decidimos ya no ir a Pimentel y retornar al hotel en Chiclayo,
cuando en el camino vimos un cartel que decía Monsefú, los chicos empezaron a
cantar la canción “La Monsefuana” y todos nos contagiamos y nos pusimos a
cantarla; entramos a Monsefú y hablamos de sus artesanías y de sus artistas,
especialmente de la familia Yaipén y de sus logros. Fuimos a ver artesanías y
luego retornamos por la autopista Monsefú – Chiclayo. En el camino había un
cartel que decía “maneje con cuidado, animales en la vía”, fue motivo de risa
por buen rato.
¿Cumplimos el plan? Evidentemente la respuesta es un rotundo NO. ¿Logramos
nuestro objetivo de estar juntos para compartir nuestro tiempo entre nosotros
mismos de manera relajada?, SI y con creces.